Cuando hablamos de "poder", solemos decir: “los políticos aspiran al poder”, o en la oficina: "el jefe tiene poder”, inclusive en las relaciones amorosas decimos “el que paga manda”. Si buscáramos una definición, notaríamos que el poder es esa facultad de influencia o ejecución sobre algo o alguien, que muchas veces no es propio y que está afuera de esa fuente.
Todo suena muy maravilloso cuando pensamos en esa facultad de influencia en nosotros mismos y nuestra capacidad de ejercer poder. El problema radica en que vivimos con programaciones obsoletas que nos hacen pensar que dicho "poder" está en otras personas, es decir, que el poder de conservar tu paz está en alguien o algo de afuera.
Seguramente has escuchado más de una vez a alguien (o inclusive a tí mismo) decir:
- Yo no les pedí nacer a mis papás.. ¡ellos tienen la culpa!
- Mi jefe no valora mi trabajo.
- ¡Mis hijos no me respetan!
- ¡Tú me hiciste enojar!
- ¡Por tu culpa estoy así!
Justamente en estos espacios es cuando reafirmamos dicha programación, donde volvemos a enfatizar que tu paz está afuera, en aquellos de quien dependen tus emociones. Pero afortunadamente debo decirte, esto es un gran error.
Cedemos el poder en circunstancias como éstas:
Cuando permitimos cosas que no nos agradan: En todas las relaciones siempre surgen algunos inconvenientes, desacuerdos o problemas. El tema no es que los haya o no, sino ¿qué haces cuando los hay?
Si deseas libertad y control de tu vida, debes desarrollar carácter. Ser muy asertivo para saber y expresar cuando algo no te agrada. Aprender a decir "no" y expresar tu sentir, te ayudará eventualmente a poner límites sanos sin temor a "perder" los beneficios de los acuerdos de dicha relación.
Cuando pedimos continuamente favores: Ser humilde y autosuficiente te convierte en una persona sensata para saber cuando pedir o no un favor. Pero, cuando todo el tiempo pides favores, esto se convierte en un modo de vida, generando dependencia de los demás y falta de autonomía. Y esto no te llevará a la adultez emocional.
Cuando aceptamos ayudas innecesarias: No es lo mismo aceptar un café que recibir un préstamo que no haz pedido. Se trata de establecer límites sanos entre el dar y el recibir.
¿Cómo recupero mi poder personal?
El concepto de empowerment o empoderamiento se utiliza ya desde hace algunos años y proviene de la línea del coaching. Empoderarse significa recuperar la conciencia de que eres dueño cien por ciento de lo que sientes, dices y haces, independientemente de lo que suceda externamente.
Hay algunas pautas que pueden ayudarte a recuperar tu poder personal. Quizás lleven su tiempo, pero sin duda te encaminarán a esa toma de conciencia.
No desperdicies energía quejándote.
No se trata de ser falsos optimistas. Los problemas existen pero quejarte no lo resuelve y solo te mantiene enganchado en él; en lugar de instalarte en la queja, analiza si tiene solución y si puedes hacer algo por ello.
Toma la responsabilidad sobre tu actitud y tus emociones.
Decir “me haces sentir mal”, “me hiciste enojar”, “por tu culpa me siento triste” es entregarle poder a los demás casi sin darte cuenta. En lugar de eso, asume que depende de ti manejar tus emociones cambiando tu forma de hablar sobre ellas: “me enoje”, “asumo mi tristeza”, “decidí sentirme mal”.
Define límites sanos y háblalos en el momento adecuado.
Reconoce que estas a cargo de ti mismo y para ello puedes comenzar estableciendo límites físicos y emocionales sanos para que te sigas moviendo en responsabilidad. Si algo pasa y necesitas hablarlo, busca el momento adecuado.
Libera tu autoestima de las opiniones de los demás.
Cuando nuestra estima depende de las opiniones y valoraciones de otros, te conviertes en alguien demasiado complaciente. No necesitas gustarle a todos ni que estén de acuerdo con tu estilo de vida. Evalúa el mérito de las críticas que recibes, de quién las recibes y cómo las recibes, pero no permitas que la opinión de una persona determine o melle tu autoestima.
Conoce tu escala de valores.
Explora cuáles son valores tienes, pues estos te ayudarán a integrar una personalidad auténtica y firme. Una persona con valores débiles o nulos tiende a copiar a otros: su ropa, sus frases y hasta sus tatuajes (créeme, lo he visto). Cuando no conoces claramente tus principios corres el riesgo de convertirte un borreguito más de las ideas de otras personas y puedes desviar tus objetivos muy fácilmente. Además debes saber que en tiempos de adversidad, los valores te sostienen.
Espero que estas pautas te ayuden a empoderarte mucho mejor.
Sígueme en mis redes sociales en donde estoy hablando mucho de estos temas.
Te abrazo con mucho amor.
Mike Aryan