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Vampiros energéticos: identifícalos y protégete de ellos

¿Has escuchado hablar de los vampiros energéticos?


Un vampiro energético es aquella persona o situación que literalmente te chupa la energía y consigue que te sientas exhausto y cansado. Todos en algún momento hemos sido vampiros energéticos, ya que hay de varios estilos y la gran mayoría son personas que no se han dado cuenta que lo son.


Este fenómeno de "vampirear" sucede porque nos cuesta mucho conectarnos a la Fuente de energía principal, al amor puro e incondicional, o "energía divina" y que por desconocimiento la buscamos de quien sea y por donde sea.


Los efectos sobre la persona vampireada pueden durar varios días. La falta de energía, los mareos, la tensión muscular, la dificultad de concentración, los dolores de cabeza y las náuseas son algunos de los efectos más comunes. Sin embargo, cuando estamos constantemente expuestos a un vampiro energético solemos padecer fatiga crónica, desajustes en el sueño, irritabilidad, depresión e incluso enfermedades físicas.


Cuidar nuestra energía es tan valioso e importante como cuidar nuestra alimentación o nuestro descanso. Este cuidado implica vibrar más alto para evitar la vampirización, pues tendremos una energía mucho más estable.



Son muchos los tipos de vampiros energéticos, y estos son:

  • La víctima. Vive quejándose de sus desgracias y siempre encuentra a quien culpar de sus cosas. El problema con ellos es que no les interesa realmente encontrar soluciones a sus problemas porque entonces perderían su fuente de energía.

  • El intimidante. Es aquel que recibe la atención de la gente a través de gritos y amenazas. Chupa energía a través del temor y la ansiedad de quienes los rodean. Se trata de personas muy egocéntricas, inflexibles, sarcásticas y a veces hasta violentas.

  • El denostativo. Es crítico, hace sentir mal a los demás, desestima proyectos y motivaciones. Absorbe la energía a través de quienes intentan probar su valía y les responden. Son personas hipervigilantes y su comportamiento puede ser cínico, escéptico, sarcástico y perfeccionista.

  • El culpador. Es una persona en actitud de ataque constante y busca culpables por las situaciones que ellos mismos generan. Suele ser verbalmente agresivo y abusivo, a diferencia del víctima, el culpador ataca hasta a sus seres queridos.

  • La drama queen o el drama king. Su vida navega de crisis en crisis y alimentándose del caos de sus vidas. Son emocionalmente muy intensos. “Ay, ¿qué crees que me pasó ahora?”.

  • El solitario. Es una persona distante que, mostrándose tímido y misterioso, sienten que otros vendrán a rescatarlos. Nunca están disponibles, no cooperan y son hábiles en el manejo de la indiferencia como defensa.

  • El monólogo. Son personas conectadas sólo con lo que les pasa a ellas, incapaces de escuchar a los demás. Es el clásico que te habla de sus problemas pero nunca tiene tiempo de escucharte.

  • El protagonista. Es aquel que, cuando les están contando un problema, interrumpen a su interlocutor diciendo que la situación de ellos es peor. Lo que ellos sienten o han experimentado es mejor, es peor o es más grande o más importante.

  • El radio pasillo. Es aquella persona que le encanta repartir chismes. Su forma de vincularse con los otros es calumniando siempre que puede con comentarios descalificativos, creando climas sociales de conflicto.

  • El gruñón. Reparte su mal humor en todo momento. Su fuente de energía es conseguir que alguien se ponga de mal humor al igual que él.

  • El fatalista. Suele ser una persona que anuncia desgracias y las anticipa. Vive con miedo al futuro y con ello infunde pánico a sus víctimas hasta extraerles cualquier señal de esperanza.

  • El sexoso. Es aquel que invierte en la sensualidad y sexualidad de la víctima. Siempre está en el juego de la seducción, buscando tocar o que la toquen físicamente.

  • El controlador. Es aquel que dicta a las personas lo que deben hacer y cómo deben hacerlo, pues las considera poco capaces. Es aquel que quiere controlar tu manera de vestir y hablar, incluso tu opinión.

  • El envidioso. Son vampiros que perciben a los demás como seres indignos para poseer algún talento, propiedad o afecto que normalmente él desearía para sí mismo.

  • El chantajista. Son a menudo extorsionadores y posesivos, especialistas en provocar sentimientos de culpa. “Con todo lo que he hecho por ti, ¿así me lo pagas?”. Utilizan el distanciamiento, el desprecio o el rechazo como castigo.

Muchas veces ni el vampiro ni su víctima son conscientes de que se está produciendo una transferencia de energía de uno al otro. Una vampireada casual no es tan visible como una planeada, y normalmente la víctima no se entera de lo que está sucediendo.



¿Cómo protegerte de un vampiro energético?

  1. Reconocerlos. Revisa en qué categoría cae esa persona que te deja agotada anímicamente. De esta manera nunca te toma desprevenida, pues ya sabes cómo opera.

  2. Mantén una distancia emocional. Esto es para que puedas observar desde afuera su comportamiento sin que te afecte. Si esa persona no es esencial en tu vida, diluye la relación.

  3. Sana la relación. Esto es importante sobre todo si la persona sí es esencial en tu vida. Hazle saber a esa persona de qué manera te está afectando. Sin enfrentarla, herirla ni atacarla. “Cuando haces/dices tal cosa, yo me siento tensa/triste/ansiosa/ofendida. Te pido que no lo hagas más”. Esto puede iniciar un diálogo muy sano para las dos.

  4. Limita el tiempo que pasas con esas personas. Aprende a gestionar tu tiempo en conversaciones y en ocuparte en otras cosas.

  5. Sé honesto con tus necesidades. Es básico que te auto-observes para evitar tu caer en el juego de la vampireada.

  6. Evita el chisme y enredarte en conflictos ajenos.

  7. Recarga tu energía a través de Reiki, meditación o colocando cuarzos negros o cristales tipo turmalina u obsidiana en las plantas de tus pies.

  8. Cubre tu plexo solar cuando estés enfrentando un ataque. Trata de estar a metro y medio de la persona.

  9. Corta lazos energéticos ya que el lazo se mantiene aún después de dejar de estar con la persona.

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Mike Aryan