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Cuando el Tarot no habla: ¿falla del consultante o del lector?

A todos nos ha pasado.

El mazo en la mesa, la pregunta hecha, las cartas abiertas… y no pasa nada.

No hay claridad, no hay mensaje, no hay clic.

Y en ese vacío, surge una frase que se ha vuelto común (y peligrosa):


“Tienes un bloqueo. No puedo leerte el Tarot.”


No todo lo que no se revela está perdido. A veces, simplemente espera.
No todo lo que no se revela está perdido. A veces, simplemente espera.

Pero, ¿y si el problema no está del lado del consultante?

¿Y si ese silencio no es un bloqueo… sino un mensaje más sutil?

¿Y si, en vez de buscar una causa afuera, volvemos la mirada hacia el vínculo, la técnica y la disposición del lector?


Este artículo es una invitación a repensar esas situaciones en las que el Tarot no dice nada.

Porque no se trata de encontrar culpables, sino de comprender cómo funciona realmente una lectura... y qué podemos hacer mejor.



Primero lo primero: el Tarot no habla por sí solo

El Tarot no es un ente que revela secretos mágicos cuando le place. El Tarot habla cuando alguien lo decodifica. Y esa decodificación no es neutral: requiere atención, sensibilidad, claridad mental y, sobre todo, disposición para ver.


No es que las cartas no tengan mensaje, es que a veces no estamos en condiciones de leerlo.

Y eso puede pasarle a cualquiera: incluso al tarotista más experimentado.


A veces el silencio también forma parte de la lectura.
A veces el silencio también forma parte de la lectura.

La sincronía: cuando alguien llega, es porque hay algo que ver

Carl G. Jung definió la sincronía como la coincidencia significativa entre dos eventos que no tienen relación causal, pero que resuenan en el plano simbólico.


Desde esta mirada, si alguien llega a consulta, es porque su energía está lista para ser leída.

No porque esté “abierta” como un canal místico, sino porque en esa coincidencia —ese momento, ese cruce, ese encuentro— ya hay una pista del mensaje que quiere emerger.


Negar esto con frases como “estás bloqueado, no puedo leerte” es ignorar la profundidad de ese fenómeno. ¡Es como decirle a la vida que se equivocó de cita!



¿Y entonces por qué a veces no fluye la lectura?

Puede haber muchas razones legítimas:

  • La pregunta no está bien formulada: es muy amplia, ambigua o evasiva.

  • Hay desconfianza en el vínculo, aunque sea inconsciente.

  • El consultante viene por compromiso o por presión, sin verdadera disposición interna.

  • El tarotista está cansado, ansioso, distraído o no centrado.

  • Se está forzando una interpretación sin dejar que el símbolo se exprese.

  • O simplemente… es un día donde lo más honesto es decir: “Hoy no hay lectura clara, y eso también es parte del proceso.”





Presta atención si en una lectura "bloqueada" tu tarotista te culpa a ti o a "tus energías".
Presta atención si en una lectura "bloqueada" tu tarotista te culpa a ti o a "tus energías".

Red flags cuando el Tarot “no habla”.

No siempre el problema es del consultante. Aquí algunas señales que pueden indicar una práctica poco ética o inmadura por parte del lector:

  • Culpa directamente al consultante por “energía bloqueada”, sin ofrecer reflexión ni alternativa.

  • Utiliza frases como “tus guías o ancestros no me dejan entrar” sin sostenerlas con claridad ni contexto.

  • Cambia de herramienta (péndulo, oráculo, canalización) sin cuestionarse primero como lector.

  • Jamás se detiene a revisar la pregunta o a reformularla junto con el consultante.

  • No acepta decir “no sé” o “no estoy pudiendo ver”, y prefiere inventar una respuesta.

  • Minimiza el rol de la relación entre ambos: como si el Tarot fuera infalible y el vínculo irrelevante.



¿Y si sí hay un bloqueo?

Es cierto que algunos lectores sostienen que existen bloqueos energéticos “reales” que impiden acceder al mensaje del Tarot, y desde ciertas corrientes esotéricas esta idea tiene sentido.


Sin embargo, desde una mirada terapéutica y humanista, es más útil comprender ese “bloqueo” no como un castigo energético ni como una negación mística, sino como una manifestación simbólica de algo que aún no está listo para ser nombrado. En lugar de culpar al campo energético del consultante, este enfoque invita a observar con respeto lo que el alma está protegiendo, y a sostener ese silencio como parte legítima del proceso.



¿Qué hacer cuando el silencio ES el mensaje?

No se trata de insistir… ni de huir. Se trata de detenerse, respirar y reconocer el momento.


Para el tarotista, algunas claves pueden ser:

  • Reformular la pregunta con el consultante. Muchas veces, ahí empieza a moverse el campo, pues la intención favorece la exploración.

  • Preguntarse: ¿estoy presente aquí y ahora? ¿Hay algo que me impide conectar?

  • Validar el silencio: “No estoy leyendo con claridad en este momento. Veamos si es algo en la pregunta o si preferimos volver a consultar más adelante.”

  • Evitar proyectar culpa. Ser lector no nos hace inmunes al error.

  • Meditar con el consultante, dar espacio a unas breves respiraciones juntos y volver a barajar.


Para el consultante, también hay formas de abordar estos momentos:

  • Preguntarte si realmente estás dispuesto a escuchar lo que emerja.

  • Revisar si la pregunta nace de una necesidad real o de un impulso externo.

  • Confiar en tu intuición: si el lector te responsabiliza sin acompañarte, quizás ese no sea tu espacio.

  • Recordar que el Tarot no debe forzarse. Si no habla, es porque ese silencio también está diciendo algo.



Leer el Tarot no es ejercer un poder sobrenatural: es practicar la humildad de escuchar el símbolo... incluso el silencio.


Una buena lectura de Tarot no necesita espectáculos, solo presencia real.
Una buena lectura de Tarot no necesita espectáculos, solo presencia real.

Leer como un acto de presencia

Decir que “el Tarot no habla” puede ser una salida fácil, pero también puede ser una invitación a mirar más profundo. Quizás para reconocer que una lectura no es un monólogo del mazo, sino un diálogo entre símbolos, conciencia y vínculo humano.


El buen tarotista no es quien tiene siempre la respuesta correcta. Es quien sabe cuándo sostener el silencio, cuándo afinar la pregunta, y cuándo decir con honestidad: “Hoy no hay mensaje claro, y eso también es parte del camino.”


Si algo nos enseña el Tarot es que incluso el vacío tiene forma.

Y a veces, no entender nada es el principio de entenderlo todo.



No se trata de buscar culpables, sino de aprender a leer lo que no se dice, y a sostener el espacio con respeto, sin forzar el mensaje ni disfrazar la incertidumbre con frases místicas.


Como tarotistas, tenemos la responsabilidad de cultivar una escucha profunda, una ética clara y una preparación constante. Y como consultantes, tenemos el derecho a una experiencia digna, honesta y sin adornos vacíos.


Si este tema resonó contigo, quizá te interese una lectura con enfoque terapéutico conmigo. Te invito a agendar tu sesión aquí.


Texto de autoría propia. Todos los derechos reservados ® Mike Aryan

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