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Los miedos del Tarotista – Parte I

Hoy quiero compartir este artículo no como maestro ni terapeuta.

Quiero hacerlo como persona, como alguien que también temió decir en voz alta que leía el Tarot.

Porque antes de guiar procesos, antes de dar diplomados, antes de que alguien me llamara maestro… fui el que leía en silencio, el que se escondía un poco, el que dudaba de sí mismo, y también el que fue señalado y ridiculizado.


Mano abriendo una baraja de Tarot como símbolo de salir del clóset espiritual
Todos guardamos cartas que tememos mostrar. Y a veces, son las más poderosas.

Al día de hoy (mayo 2025), tengo 19 años formales leyendo el Tarot.

Y no empecé por moda, ni por trabajo, afortunadamente. Empecé por una búsqueda desesperada de sentido. En aquella época no existían redes sociales donde uno pudiera encontrar comunidad, contenidos o hacks. Los libros eran escasos, especialmente en español. El pensamiento esotérico estaba relegado a una polvorienta esquina de las librerías del Sanborns, donde apenas encontrabas un par de títulos entre ángeles, horóscopos y libros de autoayuda.


Mis fuentes eran Blogspot y WordPress, escritos por personas que hablaban más desde su experiencia que desde una formación sólida. Y si bien, agradezco cada una de esas lecturas, la mayoría solo ofrecía significados sueltos y tiradas básicas. Pocos hablaban de historia, principios o estructura. El Tarot, para muchos, era una rareza… pero para mí, un genuino interés y una brújula silenciosa.


Blogs antiguos de Tarot sobre una mesa, símbolo de aprendizaje autodidacta
Aprendí como pude. Con blogs, con intuición, con entusiasmo.

También fue un camino solitario. Yo ya tenía una licenciatura. Vengo de una familia de médicos, por supuesto, con lenguaje y pensamiento científico. Y más de una vez escuché cosas como:“¿Cómo puedes creer en esas mamadas?”,“¿Qué haces echando las cartas si tienes carrera?”,"No te da miedo que se te aparezca el diablo?".


Hay un día en particular que no se me olvida, y es relativamente reciente. Estaba desayunando con parte de mi familia en un Toks, esperando el horario para la misa por el fallecimiento de mi abuelita materna. Tenía apenas algunos días. Y entre charlas propias del duelo y de los recuerdos, un amigo de la familia (con tono burlón) soltó:“Mírate... tanto que te ayudamos a pagar la carrera y terminaste echando las cartas.” Así nomás. A pelo. Con esas palabras. Como si leer el Tarot fuera una degradación.


Y sin embargo, aquí estoy. No solo sobreviviendo a esa vergüenza impuesta, sino compartiéndola. Porque de eso se trata este camino: de convertir las heridas en puente.



Cuando el Tarot ya vive en ti, pero aún no lo dices en voz alta

Hace poco, en una de las clases del Diplomado Generación 11, decidí abrir un espacio para que mis alumnxs preguntaran lo que quisieran.

Honestamente, esperaba dudas técnicas… pero lo que surgió fue otra cosa: temores íntimos y legítimos:


“¿Y si no lo hago bien?”

“¿Y si me juzgan por esto?”

“¿Y si conecto con algo que no puedo manejar?”

“¿Y si no puedo cobrar?”

“¿Y si no me creen?”


Ahí entendí, una vez más, que el problema no es el Tarot. Es todo lo que nos dijeron sobre él. Todo lo que nos duele confesar que amamos. Todo lo que creemos que deberíamos explicar, justificar, o esconder.


El Tarot no solo es un lenguaje simbólico. Es también un espejo.

Y cuando te refleja, te expone.

Y por eso, también, da miedo.


Persona mirando por la ventana con un mazo de Tarot en las manos
El Tarot no solo se lee… también se sostiene desde el alma.

Los cuatro reinos del miedo

En estos últimos años que he dado clases de Tarot, he acompañado a muchas almas que quieren abrirlo pero no se atreven. Personas con una sensibilidad profunda, con un llamado claro, pero también con mochilas de juicios, vergüenzas y dudas.


Y aquí lo más hermoso (y revelador): en mi Diplomado han pasado abogadas, terapeutas, médicos, psicólogas, amas de casa, angelólogas, arquitectas, mujeres medicina, profesoras jubiladas, emprendedores y empresarios. Y sin importar su trayectoria o su contexto, el patrón se repite: todos, en algún momento, han sentido miedo de mostrarse.


"Sí, leo el Tarot. Y lo hago con amor, con ética y con conciencia.”


He notado que esos miedos tienen una estructura que también es simbólica, natural y arquetípica. Un mapa que, curiosamente, ya estaba implícito en el Tarot.


Los cuatro palos (Bastos, Copas, Espadas y Oros) no solo reflejan aspectos de la vida… también representan los cuatro elementos del alma:

  • El fuego del espíritu (Bastos)

  • El agua de las emociones (Copas)

  • El aire de la mente (Espadas)

  • La tierra de lo tangible (Oros)


Y por consiguiente, cada uno guarda un tipo de miedo.... un territorio donde el alma tiembla.

  • Bastos: el miedo espiritual y/o energético“¿Qué estoy abriendo con el Tarot?”

  • Copas: el miedo emocional“¿Y si me rechazan o tiran de a loca?”

  • Espadas: el miedo mental y social“¿Y si me equivoco? ¿Y si me juzgan?”

  • Oros: el miedo material“¿Puedo vivir de esto con dignidad?”


He decidido convertir esta exploración de los cuatro reinos del miedo a manera de serie. No como quien los superó todos (soy humano y a veces los siento también) sino como quien ha aprendido a caminar con ellos al lado. Y también como quien ha visto en sus alumnos y colegas el mismo temblor sagrado que un día lo habitó.



Persona abrazando su mazo de Tarot como un tesoro íntimo
Sostener el Tarot es también sostenerme.

Aquello que miras con conciencia, se transforma

Esto de "salir del clóset tarotista" no siempre significa hacer tiradas públicas ni llenar un Instagram del consejito del día. A veces significa atreverte a decir que esto también es parte de ti.

A veces es leerle a una amiga en silencio y sentir que tu corazón se expande.

A veces es poner un precio con culpa… pero ponerlo.

A veces es dejar que el Tarot ya no sea un secreto, sino una elección.


Si estás ahí, con un mazo en mano y el corazón palpitando… si has sentido que el Tarot te llama pero aún no te atreves… si te escondes, pero te brillan los ojos cuando hablas de esto… esta serie de artículos es para ti.


En las próximas entregas, te iré desglosando cada uno de estos miedos. Los miraré contigo desde la experiencia, desde el símbolo y desde la posibilidad de transformarlos en fuerza.


Porque sí, todos hemos tenido miedo. Pero también podemos tener alma, claridad y propósito.


Si sentiste que este texto tocó algo tuyo, y te ha gustado cómo lo he presentado, puedes dar el siguiente paso:

  • Agendar tu lectura de Tarot terapéutico conmigo aquí

  • Formar parte de la próxima generación de mi Diplomado.

Ambas son puertas abiertas para ir más profundo... y hacerlo acompañado.


Texto de autoría propia. Todos los derechos reservados ® Mike Aryan

 
 
 

2 Comments

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Alin
May 23
Rated 5 out of 5 stars.

Cuando el Tarot toma un espacio sagrado nuestra vida, luego de reconocer en él su sorprendente poder transformador, es muy fácil integrarlo desde la intimidad, porque fue justo ahí donde se gestó la necesidad de dialogar con él para comprender y encontrar respuestas. Es un acto de rebeldía romper voluntariamente esa burbuja y exponerse; sin embargo, no hay peligro en mostrar al mundo aquello que nos hace sentir orgullo, más aún si, además, representa una vía para ayudar a otros a comprender y encontrar sus propias respuestas. ¡Gracias por compartir!

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Guest
May 23

Maravilloso leerte mi querido Mike, hermoso artículo. Felicidades.

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