Te miro con dolor y con amor
- Mike Aryan

- hace 2 días
- 4 Min. de lectura
Hay momentos en una sesión —sea constelación, reiki o cualquier espacio de sanación— donde la vida te pide un alto. No necesariamente un “vamos hacia la luz”, no un “tú puedes”, no un “ ya suéltalo”. Ese lugar donde el alma parece querernos decir: “espérame, todavía me duele.”
Hace tiempo que me encontraba acompañando una supervisión de constelaciones, vi cómo una frase bienintencionada quiso empujar el movimiento hacia lo bonito. Nada nuevo: todos hemos sentido esa tentación de no querer ver sufrir al otro. Pero hay dolores que, si se tapan, no se sanan; y si se esconden, no se integran.
Y en ese microsegundo de lucidez y temblor, recordé una frase que no vi en ningún manual, sino en la práctica cuando yo fui estudiante de constelaciones: “Te miro con dolor y con amor.”
Entré al campo y la dije como parte de las frases diagnósticas, pues muchas veces el dolor no necesita consuelo: necesitaba ser visto.

Mover demasiado rápido hacia la vida: el bypass espiritual
La espiritualidad light le tiene fobia al dolor. Le hemos puesto nombres elegantes y cristalinos: “vibrar alto”, “alinear las energías”, “manifestar”, “confiar y soltar”. Y aunque esas ideas son realmente hermosas, utilizadas sin conciencia pueden volverse armas para evitar mirar lo que duele.
A ese impulso de saltarse el proceso y forzar el alivio se llama bypass espiritual.
El bypass (o evitación) sucede cuando:
empujamos a alguien a decirle “sí a la vida” sin antes permitirle decir “me duele esto que pasó”.
queremos que el movimiento avance, cuando el alma aún no está lista.
priorizamos el final sanador y luminoso (o catártico) por encima de la verdad emocional del momento.
El dolor no es un obstáculo en realidad. El obstáculo es la prisa por querer quitárnoslo de encima.

El valor espiritual de mirar el dolor
Por ejemplo, en las constelaciones familiares, un movimiento sólo se libera cuando se puede mirar lo que fue. El dolor no se negocia, no se maquilla ni se adelanta: se muestra tal y como es.
En terapias de enfoque humanista, nada cambia si no es aceptado primero. Acompañar el dolor sin corregirlo es un acto radical de dignidad y respeto para la persona. El consultante tiene todo el derecho de sentir.
En terapias somáticas y corporales el dolor pide contacto para completarlo, es decir, cerrar una Gestalt. Lo que no se mira, insiste en ser visto; y lo que se mira, encuentra forma.
En el duelo, el dolor tiene un ritmo. Dice Gaby Pérez Islas (mi tanatóloga favorita) que el duelo se parece más a un plato de espagueti que a una línea recta. A veces avanzas, a veces retrocedes, a veces vas para arriba o para abajo. El dolor es dinámico, es un rito de tránsito.
En abordajes energéticos, el dolor baja hacia el chakra raíz, para darnos sostén. Aprieta el plexo solar, para proteger la vulnerabilidad. Y ese vacío en el pecho es una contracción energética; no por bloqueo espiritual, sino por memoria emocional.
Recuerda algo: el dolor no tiene baja vibración. Tiene vibración profunda. Y lo profundo requiere silencio, respiración y honestidad.

El Tarot también nos invita a mirar el dolor
Los arcanos menores representan las escenas de la vida cotidiana. Ahí vive el dolor con "su ropa de diario". Lo que te propongo aquí es una mirada no tradicional en las que el alma se mira a sí misma:
Espadas — el dolor de la mente hiperactiva
3 de Espadas: el corazón cruzado pide dejar atravesarse por el dolor, rendirse ante él sin resistencia.
9 de Espadas: nombrar la angustia que crece en la noche, dirigir el pensamiento para salir del fatalismo.
10 de Espadas: tocar fondo para comenzar un renacer.
Copas — el dolor del corazón que recuerda
5 de Copas: invita a vivir la complejidad del duelo y aceptar la pérdida.
8 de Copas: sugiere ordenar el pasado amoroso antes de intentar huir de él, el eclipse de la carta nos dice algo así como: “este dolor es iniciático”.
Oros — el dolor del recurso que escasea
4 de Oros: reconocer el dolor de no avanzar, de retener, o de aferrarse por miedo a perder.
5 de Oros: la experiencia de exclusión, abandono o adversidad.
Bastos — el dolor del fuego que resiste
7 de Bastos: la lucha constante ante el sometimiento o el abuso, nombrar que desgasta.
9 de Bastos: el desgaste acumulado, sugiere tregua ante el estrés post-traumático emocional.
10 de Bastos: nombrar el burnout, permitirse soltar lo que hemos cargado de más.
Y seguro vas a decir... ¿y los Arcanos Mayores, Mike?
Bueno, no son dolor en sí. Son arquetipos, caminos del alma. Cuando aparece dolor en ellos, es porque están en su sombra o mal acompañados. La esencia del arcano no es necesariamente dolorosa. Los menores narran la herida; los mayores narran el sentido de la herida.
El dolor como portal cuando se mira de frente
Hay momentos donde el dolor no pide solución: pide presencia. Pide que alguien que se siente al lado y diga sin prisa: “Aquí estoy. No para cambiarte, sino para no dejarte solo.”
Y aprender a mirar el dolor lo dignifica. Y al hacerlo, nos permite elegir desde otro lugar.
Algo que he aprendido de legitimar el dolor es que:
Duele porque importa (porque sólo duele lo amado).
Duele porque ya no cabe (porque duele lo que nos rebasa).
Duele porque algo está naciendo (porque todo dolor es una frontera).

Te miro con dolor y con amor
Cierro este artículo regresando a la frase que lo abrió. Mirar con amor sin tocar el dolor es fantasía; y mirar el dolor sin amor es castigo.
Si algo en estas palabras encendió algo dentro de ti, quizá estás en el momento perfecto para dejar de huirle a eso que duele. Crúzalo con conciencia.
Si necesitas un espacio donde mirar tu dolor con compañía consciente, aquí estoy. Puedes agendar una sesión conmigo o una lectura de Tarot Terapéutico, y permitirte un proceso ético y profundo.
Y si deseas explorar tus emociones y el tránsito de la pérdida a tu propio ritmo, en mi Academia Online encontrarás un curso breve de Gestión emocional y Duelo que puede acompañarte con amor y claridad.
Te abrazo desde aquí.
Texto de autoría propia. Todos los derechos reservados ® Mike Aryan.








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