Bert Hellinger: el maestro más allá del dogma
- Mike Aryan

- 19 sept
- 5 Min. de lectura
El 19 de septiembre es un día de memoria. Hace seis años partió Bert Hellinger, el creador —o citando sus palabras— el "descubridor" de las Constelaciones Familiares; y con él inició un legado que sigue latiendo en miles de procesos terapéuticos y espirituales en todo el mundo.
Hoy quiero rendirle homenaje a través de este artículo, no desde la biografía fría, sino desde la experiencia viva: con gratitud, con mirada crítica y con corazón abierto.

El primer encuentro: una semilla inesperada
Mi primer contacto con las constelaciones fue en un retiro de iglesia, cuando todavía era catequista... si mi memoria no me falla, debió ser por el año 2000. Allí, Angélica Olvera —hoy reconocida por su Pedagogía Sistémica del CUDEC, la prepa donde estudié— guiaba un ejercicio con una compañera donde se buscaba reconciliar con la figura paterna a través de la imagen de Dios Padre.
Yo no entendía mucho de qué iba ese trabajo; de hecho, algunas dinámicas me parecieron confrontativas. Y, sin embargo, algo en mí se quedó marcado. Quizás porque era muy joven para entender, o porque lo profundo requiere su tiempo de "digestión". Pero sentí que ahí había una puerta hacia un lenguaje nuevo: el de los vínculos ocultos que habitan en el alma.
Poco después, la prepa comenzó a invitar a Hellinger a México. Yo estuve en algunos de esos encuentros, primero como estudiante y luego como colaborador de la escuela. Mi percepción de aquel maestro era ambigua: sus gestos eran fríos, sus palabras tajantes, su estilo chocaba con nuestra cultura más emotiva. Pero lo que decía era profundamente movilizador, pues lo que parecía rudo escondía un trasfondo profundamente humano: mirar a la familia como raíz y reconocer que el amor, a veces, se oculta tras el dolor.

Mi puente con el Tarot
Pasaron varios años hasta que esa semilla brotara. Como he compartido en otros artículos de mi blog, yo aprendí Tarot de manera autodidacta desde el 2006, cosa que representó para mí una búsqueda constante al no tener método o estructura. Pero quizás fue la intuición al trabajar con arquetipos, que empecé a notar en mis tiradas algo que no tenía nombre: dinámicas familiares repetidas, patrones heredados, influencias invisibles. Yo mismo me di cuenta que no solo leía a una persona, sino a todo un sistema detrás de ella. Fue cuando comprendí que el Tarot me estaba llevando, sin saberlo, al umbral del pensamiento sistémico de Bert Hellinger.
Más tarde decidí formarme profesionalmente en Constelaciones. Debo decir que fue desafiante, pues era el más joven del grupo y el único sin preparación terapéutica formal: todos eran psicólogos, o terapeutas o counselors. Durante ese año y medio que duraba la formación, me constelé... yo creo que más de diez veces —en grupo, con muñecos, con marcadores en el piso— y cada experiencia me permitió ver con mayor claridad mis propias lealtades familiares, los lugares que no eran míos y la importancia de reconciliarme con mis raíces.
Allí descubrí lo esencial: los Órdenes del Amor que rigen los sistemas de nuestra vida.

Los Órdenes del Amor: principios para vivir mejor
Hellinger los llamó “órdenes” no en un sentido estricto, sino como principios o fundamentos que sostienen la vida. Tres en particular son el corazón de su propuesta:
Pertenencia: todos tienen un lugar en el sistema, incluso los que fueron olvidados o excluidos.
Jerarquía: quienes llegaron antes tienen precedencia sobre los que llegaron después.
Equilibrio: toda relación necesita un balance entre dar y tomar (se refiere a recibir activa y conscientemente).
Al inicio yo los veía como ideas abstractas. Me costó un poco comprenderlos y aplicarlos, pues ser un buen constelador implica observar más allá del discurso, es la mirada fenomenológica. Con el tiempo descubrí que estos principios universales están presentes tanto en el consultorio como en la vida cotidiana: están en las relaciones de pareja, en los equipos de trabajo, en el modo en que nos vinculamos con la naturaleza. Son como fundamentos invisibles que, cuando se respetan, permiten que el amor fluya en abundancia.
Recuerdo el caso de una lectura de Tarot, donde una consultante no lograba prosperar económicamente. El Arcano del Ermitaño apareció como símbolo de un posible excluido de la historia familiar. Al conversar un poco sobre esta hipótesis, mi consultante confirmó su conexión con un abuelo que falleció cuando ella era muy joven y del cual jamás se volvió a hablar. Hice un par de frases de integración y pudimos liberar su lealtad hacia ese abuelo. Meses después, la consultante me escribió compartiéndome que su economía comenzó a fluir con mayor naturalidad. Más allá del dinero, lo importante fue que ella pudo mirarse en paz con su historia y dejar de cargar una lealtad que no le correspondía.
Luz y sombra de un legado
Por supuesto, el legado de Hellinger no está exento de polémicas: como cuando restaba voz a las víctimas de abuso, o cuando relativizaba dinámicas violentas en nombre del orden sistémico. Estas posturas han sido muy cuestionadas y, en lo personal, no comulgo con ellas. Hoy, muchos consideramos no solo comprender la lógica del sistema familiar sino también priorizar al individuo. Este aprendizaje por contraste, me ha llevado a reflexionar sobre la importancia de actualizar y contextualizar su obra.
Por otro lado, también las polémicas han surgido a causa de tergiversaciones de algunos seguidores o de la poca rigurosidad de ciertos "cursos exprés" o de muy bajo costo, donde supuestamente te forman como constelador. Nada más alejado de una propuesta seria que trabaja con el alma.
A pesar de todo, reconocer esto no le quita valor a su obra. Al contrario, nos recuerda que ningún maestro es intocable y que el verdadero homenaje está en mantener viva la esencia sin traicionar la ética. Para mí, eso significa actualizar su mirada, adaptarla a nuestras realidades latinoamericanas, nutrirla de sensibilidad y humanismo, y no convertirla en religión.

Más allá de las constelaciones
Lo fascinante es cómo su influencia se extendió a muchos otros enfoques: desde la biodescodificación hasta terapias humanistas, desde pedagogías educativas hasta visiones espirituales y chamánicas más integradoras. Incluso en el Tarot con enfoque terapéutico, he comprobado cómo los Órdenes del Amor ofrecen un mapa profundo para comprender lo que ocurre en el alma de quien consulta.
Un homenaje vivo
Hoy, en su aniversario luctuoso, no me interesa endiosar a Hellinger ni repetir su biografía.
Prefiero agradecer la semilla que dejó: una manera de decir sí a la vida, incluso en medio del dolor.
Prefiero honrarlo reconociendo que su obra sigue en movimiento, transformándose con cada constelador, con cada consultante, con cada acto de asentimiento con el sistema.
Por eso, más que recordarlo como “el creador de las constelaciones”, lo recuerdo como alguien que nos enseñó a mirar lo esencial: que el amor siempre está, cuando se ordenan los sistemas.
¡Gracias, Bert Hellinger!
Si este texto resonó contigo, me encantará leer en los comentarios cómo su legado ha tocado tu vida. Y si deseas explorar los Órdenes del Amor en tu propia historia, te invito a agendar una sesión conmigo.
Texto de autoría propia. Todos los derechos reservados ® Mike Aryan








Hola, Mike:
Me encantó leer tu artículo. Coincido contigo en todo lo que has planteado. Como tarotista con encuadre sistémico y transgeneracional considero que Bert Hellinger ha abierto un camino para ver nuestra historia y la de nuestro clan desde un enfoque que sin dudas ha sido revelador. Es gracias a este aporte que como lectores de Tarot tenemos la posibilidad de acceder a esa profunda información del consultante que de otro modo pasaría desapercibida.
A modo de curiosidad te comparto lo que descubrí hoy al calcular el arcano de su nacimiento que es 9, es decir, su vibración energética fue la de Ermitaño. Es más que evidente cómo eso se ha visto reflejado en su biografía y en el…